Y la pequeña baifita se percató
de que su madre se había ido.., para no volver a ser la misma…
La pequeña cría luchó con todas
sus fuerzas y utilizó todas sus armas para aferrarse al vientre de su
progenitora.., no quería soltarla, no podría vivir sin ella, sin su cercanía…
Sola.
Sola se quedó en la ladera
mientras su madre subía a la cima mirándola de reojo y parándose de vez en
cuando para respirar ya que la opresión de su corazón le impedía coger aire…
Pequeña – pensó- con el tiempo sabrás que cada uno necesita
estar solo a veces, que para subir más alto habrá que tirar de uno mismo, que
no te quiero menos por irme cada mañana a mi montaña. Yo solo espero cada día a
que crezcas lo suficiente para poder acompañarme (si quieres).
Pequeña –baló- te quiero, te
quiero….
Pero su cría no la escuchó…,
estaba muy ocupada llorando en la ladera.
Frustrada porque su madre.., ya
no estaba con ella.., todo el rato…
¿Por qué demonios no soy una
cabra mansa?
¿Por qué ser cabra loca?
¿Por qué?
Por ti mi vida.
Por mí.
Por las dos.