Mi anatomía se ha preparado desde mi nacimiento para ello, para la vida en zonas escarpadas: pezuñas duras y ligeras, buen agarre, patas traseras propulsoras, delanteras estabilizadoras, cabeza aerodinámica, piel dispuesta para altas temperaturas y frías noches. Perfecta.
He subido y bajado miles de veces: caminando.
He llegado a la cima cientos de veces: caminando.
He admirado a mis veloces compañeras decenas de veces: porque correr sin parar.
Y en miles de días de existencia como corredora, jamás me había planteado llegar al punto más alto corriendo, corriendo, corriendo.
¿Por qué?
Mi mente ni siquiera se paró a pensar que podía hacerlo, ni siquiera lo intenté.
Y un día me hicieron la pregunta: ¿Por qué no lo haces?
Y mi mente.., cambió.
Ayer lo intenté: preparé mis pezuñas, alimento, bebida y pelaje y comencé a correr.
Llaneo, llaneo y alzo mi mirada: la cima.
Y la subí.
Es increíble: sin apenas jadeos, sin revolucionar mi corazón y sin cansancio en las piernas.
Sólo yo, la montaña y mi mente.
Si lo sueñas, no lo dejes pasar: haz que ocurra.
Llega un día en el camino,
ResponderEliminarllega el camino del día,
y más sabia la cabra lía
los pasos de su destino.
Alcanzada lejana cima
ResponderEliminardescansa ya el animal,
caminos de calor y calima,
de los que hacen madurar.
Le noto algo distinto
a su cuerpo recién exprimido,
creo saber qué es:
la cabra loca ha crecido.