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domingo, 10 de abril de 2011

Pata herida

Subir a esa roca, allá arriba, no muy lejos, se hace tedioso. Esta pata herida te vuelve asustadiza y temblorosa.
No respiro, aguanto, camino, pinchazo, dolor...
¡Quiero llegar a mi montaña e hincharme con la vista desde lo alto!
Estoy en la ladera y observo de reojo el cielo.
Como un poco.
Me siento y vuelvo a mirar de reojo (ahora con el otro ojo, para disimular...).
Está claro, es época de pasto...
Volveré a subir, tengo que hacerlo.
Ahora: ahogo e impaciencia.
Cabra mansa...
¿Para cuándo la cabra loca?

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