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miércoles, 2 de marzo de 2011

Después de la jornada

Ocho horas con el pastor, ocho horas con tus compañeros de rebaño, pasito para aquí, te reconducen para allá, hoy no hay pasto en esta ladera, tendremos que ir a la de al lado...
Si te pasas y te separas del rebaño, ya está el pastor con su lenguaje incomprensible e idiota  intentando dirigirte hacia el camino a seguir...( no sé el porqué de ese idioma que utilizan los cuidadores del grupo..,¡ni que fuésemos burros!).
Y, cuando ya llegó la hora del tiempo libre: respiro.
Me separo de mis compañeros y me distancio de todo.
Subo la montaña, miro alrededor y respiro la ausencia de seres vivos de mi especie.
Salto hacia el paso más difícil y siento que vuelvo a ser yo, palpo las piedras, huelo tierra y admiro el cielo.
No hay nada mejor para volver a encontrarme. Vuelvo a ser la cabra loca.

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