Ocho horas con el pastor, ocho horas con tus compañeros de rebaño, pasito para aquí, te reconducen para allá, hoy no hay pasto en esta ladera, tendremos que ir a la de al lado...
Si te pasas y te separas del rebaño, ya está el pastor con su lenguaje incomprensible e idiota intentando dirigirte hacia el camino a seguir...( no sé el porqué de ese idioma que utilizan los cuidadores del grupo..,¡ni que fuésemos burros!).
Y, cuando ya llegó la hora del tiempo libre: respiro.
Me separo de mis compañeros y me distancio de todo.
Subo la montaña, miro alrededor y respiro la ausencia de seres vivos de mi especie.
Salto hacia el paso más difícil y siento que vuelvo a ser yo, palpo las piedras, huelo tierra y admiro el cielo.
No hay nada mejor para volver a encontrarme. Vuelvo a ser la cabra loca.
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